Para cumplir sus objetivos, Oliver se rodeó de un gran equipo. Y a partir de ahí empezamos a buscar un método que fuera dinámico y equilibrado, en el que se cambiara de actividad cada 10 minutos. Queríamos que nuestros alumnos pudieran mantener la concentración al máximo. ¿Y cuál fue el resultado? Un curso de idiomas que combina un libro de estudio para aprender a escribir, clases privadas para hablar y practicar al máximo, y un Campus Online con vídeos cortos, audios, ejercicios, juegos y mucho más para aprender de manera fácil y divertida.

 Pero con eso no teníamos bastante. ¿Por qué? Porque la ciencia también ha demostrado que el cerebro integra el lenguaje de forma subconsciente solamente cuando es capaz de comprender el significado de lo que escucha. Para que nos entendamos, esto quiere decir que cuando vas a clase sin saber nada de lo que te van a explicar es mucho más difícil interiorizar lo que aprendes. En cambio, cuando tú repasas de antemano lo que el profesor va a dar en clase, a tu cerebro le es mucho más fácil asimilar la información, y aprendes el idioma como lo aprenden los niños: no leyendo, sino escuchando.

Así que adaptamos los principios de la flipped classroom (Univeristy of Colorado) a sus clases de idiomas. ¿Y en qué consiste este método? Todo empieza antes de la clase. En las clases de idiomas tradicionales, el alumno va a clase, se pasa casi todo el rato escuchando las explicaciones del profesor y luego tiene que repasar en casa, sin la ayuda de nadie. Pero nosotros lo hacemos al revés: durante la semana, el alumno estudia y practica contenido nuevo del Campus, y en clase, como ya sabe de qué va a ir el temario, le es muchísimo más fácil asimilar la información, y se centra en hablar y practicar. Efectivamente, las aburridas clases teóricas de gramática y vocabulario pasaron a la historia. En clase solo se habla y se practica.